El Parque Natural marítimo-terrestre Cabo de Gata-Níjar es el primer Parque marítimo-terrestre de Andalucía (España). Es un parque de origen volcánico y el espacio protegido marítimo-terrestre de mayor superficie y relevancia ecológica de todo el Mar Mediterráneo Occidental europeo. Está situado en el extremo suroriental de la provincia de Almería, en un territorio en el que se conjugan tanto, importantes valores naturales, con un rico patrimonio histórico y cultural.
Las singularidades de este parque derivan por un lado, en su dimensión marítimo-terrestre, con los 50 kilómetros de costa acantilada mejor conservados del litoral mediterráneo; y por otro, el de su carácter semiárido, al ser uno de los pocos espacios protegidos de Europa, con vocación subdesértica y estepárica.
Playas Cabo de Gata
Con una de las franjas costeras de mayor belleza y riqueza ecológica del Mediterráneo occidental y una extensión de 38.000 has, a las que hay que sumar una franja marina de una milla de anchura (12.000 has), el Parque Natural de Cabo de Gata se ha convertido en una de las joyas naturales para el turismo de Almería, Andalucia y de toda España.
Este espacio protegido está catalogado como Zona de Especial Protección para las Aves [ZEPA 1989] y además está incluido en el listado de Humedales de Importancia Internacional (Convenio RAMSAR, 1989).
De gran interés ecológico, incluye una de las franjas costeras más bellas del Mar Mediterráneo, jalonada por acantilados y salpicada de pequeñas y solitarias calas, extensas playas y arrecifes. En 1997 fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Además, en el año 2001 fue declarado Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo [ZEPIM]
Destaca la enorme riqueza, fragilidad y originalidad de sus ecosistemas. Sus elementos más valiosos, son sus endemismos (especies exclusivas, que no existen en ningún otro lugar del planeta), entre las que destacan el Dragoncillo del Cabo, el Gordolobo del Cabo y la Aulaga Mora entre las vegetales y, el Camachuelo Trompetero y la Alondra de Dupont, entre las animales.
A pesar del clima semiarido, este parque natural alberga uno de los conjuntos mas singulares de flora del continente europeo, con mas de 1000 especies exclusiva.
Gran parte de la peculiaridad ecológica y paisajística del Parque tiene su origen en la ausencia de invierno climático y en su diversidad geológica, con predominio de los sustratos de naturaleza volcánica, donde coladas de lava, domos y playas fósiles conforman un singular paisaje cuyas tonalidades ocres, negras y rojizas cautivan al visitante por particular belleza.
Uno de los rasgos más significativos del Parque Natural es su carácter humanizado. Numerosos cortijos abandonados, sistemas de aprovechamiento de agua y viento como norias, aljibes y molinos, reconocidos todos ellos como Bien de Interés Cultural, se integran en el paisaje y son el testimonio de una cultura, ya desaparecida, ligada al aprovechamiento tradicional de los recursos naturales.
Fenicios y romanos imprimieron las huellas de su paso por estas tierras, explotaron la abundante pesca del litoral y dejaron como legado factorías de salazón de pescado y púrpura en Torregarcía y talleres de adoquines volcánicos en acantilados como los del Playazo o Punta Baja. Mientras que la huella árabe se imprimió en los sistemas de regadío, la artesanía y las torres de vigilancia que jalonan la costa. Castillos, fortalezas, cargaderos de mineral y poblados mineros completan los bienes culturales de este Parque.